En los medios de comunicación

EL DÍA.- La Cueva del Tancón: un paraíso mortal

La Cueva del Tancón: un paraíso mortal

La asistencia masiva por el ‘efecto llamada’ de las redes dispara la peligrosidad de una zona donde han muerto 6 personas en 4 años

Daniel Millet

Santa Cruz de Tenerife | 25·08·21 | 00:00 | Actualizado a las 07:49

Cueva del Tancón, en Santiago del Teide. ANDRÉS GUTIÉRREZ

«Si el mar te traga en ese bufadero tienes muy pocas opciones de salir». Alejandra Verde conoce muy bien los peligros que oculta la Cueva del Tancón, en la misma costa del municipio de Santiago del Teide en la que se crió. Esta mujer santiaguera, experta en comunicación y residente en Las Palmas de Gran Canaria, lo pudo contar. La suiza de 33 años Jasmine Ben Ali y el italiano de 27 años Giovanni Rodríguez no. Son los dos jóvenes fallecidos tras ahogarse el jueves en El Tancón, una cueva marina volcánica en la que bañarse está prohibido por su alta peligrosidad, como indican tres vallas en la zona. De hecho, Jasmine y Giovanni elevaron a seis las víctimas mortales de los últimos cuatro años en este punto.

 

Alejandra tenía 14 años. Había ido con un grupo de amigos. También era agosto. Mientras algunos habían accedido a la Cueva del Tancón por la entrada horizontal, un hueco en forma de raja creado por las coladas de lava, otros se habían dirigido al segundo acceso, este vertical, a apenas unos metros. Son los conocidos como bufaderos o sifones. Esta chimenea natural de 5 metros de profundidad también conduce a la cueva y se llena y se vacía de agua en función de las olas y las mareas. «Si la marea está baja, puedes tirarte y acceder a la cueva por el fondo de ese hoyo de piedras volcánicas. Pero si el mar está bravo o hay reboso, puedes tener muchísimas dificultades», aclara.

 

Unos segundos tarde

Thank you for watching

«El problema fue que me lancé unos segundos tarde, cuando el bufadero empezaba a vaciarse». Alejandra se vio de repente engullida por el agua. «La fuerza de succión me sorprendió. Me chupó y me condujo a una especie de tubo volcánico que hay bajo la cueva. Me intentaba agarrar a las paredes cortantes pero era muy difícil: el agua revuelta me zarandeaba y lanzaba contra las rocas». Entonces, se armó de valor e intentó tranquilizarse para no malgastar el poco oxígeno que le quedaba. «Era perfectamente consciente de que podía morir. Me agarré con las uñas a las rocas y aguanté la respiración todo lo que pude. Todo a mi alrededor eran burbujas, espuma, un fuerte movimiento ante el que poco podía hacer... Apenas había luz». Apareció una mano. Era de un amigo. Luego otra, de otro de los amigos que fueron al Tancón. «Cuando me sacaron y pude por fin respirar, lo primero que hicimos fue llorar. No he vuelto a bañarme en esa cueva ni pienso hacerlo en mi vida».

Jaime Coello, director de la Fundación Telesforo Bravo Juan Coello, lleva mucho tiempo avisando de los graves riesgos de la Cueva del Tancón a través de las redes sociales del colectivo. La llama «el paraíso mortal». «Paraíso porque es una cueva verdaderamente impresionante, donde el mar adquiere un tono turquesa. Pero mortal porque el mar en su interior se comporta de forma muy traicionera», detalla. Consciente del riesgo, admite que «jamás» se ha bañado allí. «El mar entra por debajo de la cavidad principal y las secundarias, que conforman este espacio volcánico. Algunas veces lo hace con una fuerza que es imposible prever. Ahí empiezan los problemas», asegura Coello, que incide en algo que le parece decisivo: «La gente que se salta la prohibición de bañarse allí no solo pone en peligro su vida, sino la de los miembros de los equipos de rescate, que tantas veces han tenido que ir al Tancón porque alguien estaba en apuros y se las han visto y se las han deseado para sacarlo de ese infierno».

Y si Jaime Coello habla de «paraíso mortal», un gran conocedor de esta cueva, Goyo Oliva, la llama «ataúd acuático». Goyo lleva gran parte de su vida viviendo en Puerto Santiago, muy cerca del Tancón. La conoce como la palma de su mano. Este guía de montaña lanza una advertencia crucial sobre este punto de la costa santiaguera: «No hace falta que el mar esté muy malo para pasar apuros en la cueva. Con poca fuerza que coja, la situación se complica muchísimo». Goyo, de hecho, recuerda que el mar «tampoco estaba especialmente malo» el jueves cuando se produjo la última tragedia. No obstante, hay un factor decisivo con el que hay que contar: «En verano, especialmente en agosto, hay tiempo sur, que afecta mucho a esta parte de Tenerife. No ves venir las mareas salvo que seas un experto y sepas interpretar muy bien el mar». Uno de estos golpes de mar fue el que revolvió toda la cueva y provocó la muerte de Jasmine y Giovanni.

Los estragos del ‘efecto llamada’

Goyo Oliva subraya el efecto llamada que han tenido las redes sociales y que ha influido en que esta parte se haya convertido en uno de los puntos negros del litoral tinerfeño. «Antes, muy poca gente conocía esta cueva. Pero desde hace cinco años esto es una procesión permanente de noveleros. Las redes sociales han puesto de moda El Tancón. Ahora haces una búsqueda en internet y aparecen centenares de artículos y fotos ensalzando su belleza y aclarando cómo llegar, porque no es fácil verla desde el paseo litoral de Puerto Santiago. Son visitantes que no la conocen y que no saben el riesgo al que se enfrentan», matiza. Aparece incluso en una referencia de una de las webs de viajes más visitadas del mundo, la estadounidense TripAdvisor, que la señala como uno de los atractivos del municipio sureño.

 

Así es la Cueva del Tancón

Una de las cuevas marinas más preciadas de Canarias

La Cueva del Tancón se encuentra en la costa de Puerto Santiago, en el municipio de Santiago del Teide. Está considerada una de las cuevas marinas más espectaculares de Canarias. Está formada por columnas basálticas esculpidas por coladas de lava. Se puede acceder por la costa y por el mar. El baño está prohibido por su peligrosidad.

 

Los dos principales accesos a la cueva

A la Cueva del Tancón se puede entrar por dos principales accesos:

1) Es una entrada horizontal de aproximadamente un metro de ancho y cinco de largo. 2) A un par de metros se encuentra la entrada vertical, un hoyo de unos 5 metros de profundidad. Es lo que se conoce como bufadero o sifón. Es donde se bañaban los dos fallecidos el jueves.

 

El bufadero: un hoyo extremadamente peligroso

El bufadero de la Cueva del Tancón se llena o vacía del agua del mar que entra por las cavidades que se encuentran bajo los muros basálticos. No hace falta que el mar esté muy malo para que el gran efecto de succión que genera chupe a quien se encuentre en el agua. Cuando la marea está baja, se puede entrar por el bufadero a la cueva.

 

La cavidad creada por coladas volcánicas

Tanto si se usa la entrada 1 como la 2, lo cual está prohibido, se accede a la Cueva del Tancón, una de esas caprichosas formaciones que dejaron las erupciones volcánicas que formaron Canarias. Debajo hay numerosas cavidades por las que entra el mar. Cuando rebosa el agua, apenas queda hueco para respirar.

«El Tancón no es un charco, ni una piscina natural, ni una playa. Es una cueva marina muy peligrosa. No he parado de advertirlo en mis redes sociales». Pero ni las advertencias de Goo, ni las de tantos colectivos vinculados con la naturaleza, ni las del Ayuntamiento de Santiago del Teide han logrado disuadir a los aventureros temerarios, a los amantes del postureo. «Cuántas veces me he encontrado con gente buscando la cueva, móvil en mano, siguiendo algún dispositivo de geolocalización... Siempre les digo lo mismo: ¡Ni se les ocurra! Pero, nada. Con algunos no hay manera. Debe ser que una foto es más importante que la propia vida. No lo sé...», reflexiona Goyo Oliva.

El alcalde de Santiago del Teide, Emilio José Navarro, tampoco sabe qué más hacer. «Hubo incluso gente que esperó a que se fuera Protección Civil para acceder al lugar cuando ya se sabía que acababan de fallecer dos personas», asegura resignado. Navarro y su equipo de gobierno ultiman el proceso burocrático para que entren en vigor las sanciones, aprobadas en el pleno de julio, contra aquellos que se salten la prohibición de bañarse en El Tancón, la última medida disuasoria municipal después de otras muchas que no han tenido el efecto esperado. Aquel que sea denunciado se enfrentará a una multa de entre 300 y 3.000 euros.

Incluso algunos insultan a los vecinos o comerciantes que les advierten del enorme riesgo que conlleva tirarse al agua. Lo reconoce el propio alcalde de Santiago del Teide, que lamenta mucho la pérdida de otros dos jóvenes tras el golpe de mar del pasado jueves. Las autoridades santiagueras recuerdan un detalle importante en este caso: tres de los cuatro afectados, que acudieron juntos, no conocían muy bien El Tancón. Se trata de los dos fallecidos y una mujer que los acompañaba, que pudo ser rescatada y solo sufrió heridas leves. Ninguno de los tres nació en Tenerife. El italiano Giovanni y la acompañante que resultó herida leve sí residían en la Isla y habían estado antes en El Tancón, pero no tenían un gran conocimiento de sus peculiaridades. Jasmine, sin embargo, acababa de llegar a Tenerife desde Suiza para pasar unas vacaciones. Mientras el cuerpo de Giovanni apareció al día siguiente –el viernes– sin vida en las aguas frente a la cueva, Jasmine murió el sábado en el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria al no superar la parada cardiorrespiratoria tras ser rescatada en estado crítico.

 

 

El drama de los ahogamientos

Con estos casos, el número de víctimas por ahogamientos en Canarias en lo que va de año se eleva a 32. Es la primera causa de muerte por accidente en el Archipiélago, el doble que las que se producen en las carreteras isleñas. Por ejemplo, en 2020 murieron 43 personas en las Islas por ahogamiento y en 2019, 52. Pero la cifra de víctimas mortales por accidentes de tráfico fue en esos años de 21 y 31. «Sin embargo, no se invierte ni un euro en campañas de concienciación para evitar los ahogamientos, cuando sí se gastan millones de euros en campañas de tráfico». Lo denuncia Sebastián Quintana, periodista canario y promotor de la plataforma Canarias, 1500 kilómetros de Costa, que creó precisamente después de sufrir un ahogamiento.

«Las zonas de baño de Canarias no son inseguras. Los peligrosos somos nosotros, los humanos». Esto quiere dejar claro el promotor de un colectivo que realiza balances de accidentalidad en las costas en base a los informes oficiales y la colaboración de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Quintana recuerda que entre 2016 y 2020 han perdido la vida en el Archipiélago por accidentes ocurridos en zonas de baño 327 personas. De ellos, el 41% (135) habían nacido fuera de España, concretamente en 27 países diferentes.

Alejandra Verde recuerda que ya de niña, cuando solo los santiagueros conocían la Cueva del Tancón, sus padres y hermanos le decían que no se bañara allí. La vez que lo hizo –y que estuvo a punto de acabar en tragedia– se dejó llevar en un típico día de playa de la adolescencia con los amigos. «No llegaron a hacerme reanimación. Me sacaron justo cuando me quedaba sin aire. Unos segundos más y...». Se salvó y ahora Alejandra quiere contarlo, tantos años después, «para que no vuelva a pasar».

 

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